martes, 31 de marzo de 2015

Eibar. 10 partidos para seguir viviendo un sueño

Por David F. Mangana (@dfmangana)

El 25 de mayo de 2014 una pequeña población de 27.440 habitantes estallaba de júbilo. Y no era para menos. Su equipo estaba en Primera división. El Eibar ascendía por primera vez en sus 74 años de historia a la máxima categoría del fútbol español. Un club pequeño en el olimpo de los grandes. Empezaba un sueño.

Un gol de Jota certificó el ascenso del Eibar a la Liga BBVA
El conjunto armero, un recién ascendido, había logrado la machada de proclamarse campeón de la Liga Adelante con el presupuesto más pequeño de Segunda. Dos años de triunfos y de alegrías habían propiciado dos ascensos consecutivos para colarse en la élite. Algo histórico. Un curso después, el Eibar afrontaba la presente temporada 2014/2015 conociendo sus barreras. Sus limitaciones económicas, su origen humilde y el ser el equipo de la ciudad más pequeña marcaban su límite en la Liga BBVA: disfrutar, jugar al fútbol como siempre y no embriagarse del éxito con la permanencia como el único objetivo.

De esta forma empezaba una campaña ilusionante. Los eibarreses no tenían nada que perder y sí mucho que ganar. Querían demostrar a sus rivales que habían llegado para quedarse. El estar en el lugar en el que se encuentran ahora mismo no se lo ha regalado nadie. Eludir el descenso es la prioridad para que el idílico sueño que disfrutan no se termine convirtiendo en pesadilla al término de la jornada 38. De momento el sendero hacia la salvación lo tienen dibujado. Falta dar unos pocos pasos más e ir esquivando las piedras que se vayan encontrando en el camino para que finalmente éste se convierta en tierra firme. Ha pasado ya casi un año desde aquel 1-0 frente al Alavés que rubricaba el ascenso a la Liga. Ahora, 28 jornadas después del inicio de la competición liguera tienen más de la mitad del recorrido hecho. Se sitúan en el puesto decimocuarto de la tabla con 28 puntos. A falta de 10 partidos para el final no soltarán los remos. La orilla está muy cerca y no quieren morir antes de alcanzarla.

Claves del estreno en Primera

Para lograr la meta, el Eibar tenía y tiene muy claro su proyecto. No podían perder la cabeza fichando porque su presupuesto no se lo permitía y si algún otro club venía preguntando por un jugador no lo podían retener. Así, el presidente azulgrana, Álex Aranzábal, sabe que la piedra angular del equipo es su técnico, Gaizka Garitano. El preparador bilbaíno es el hombre más importante del club ya que con él se vivieron los momentos más grandes de toda la historia armera. Garitano consiguió algo único. La directiva, los jugadores y la ciudad confían en él y lo respetan. Así lo demuestran los 200 partidos que cumplió dirigiendo al equipo, nada más y nada menos que contra el FC Barcelona. Otro hecho relevante que demuestra el pleno apoyo al entrenador es que en ningún momento se lo cuestionó a pesar de tener un inicio de segunda vuelta desastroso con ocho derrotas consecutivas. La paciencia es el primer paso en la consecución de un futuro éxito.

Pero el conjunto armero no es sólo el entrenador. Gran parte de su éxito se basa en el bloque. La mayor parte de los jugadores llevan jugando juntos desde que estaban en Segunda división B. Saborearon los dos ascensos seguidos y están completamente entregados a la causa. Los Irureta, Eneko Bóveda, Añibarro, Dani García, Errasti, Ander Capa, Arrubarrena y compañía son la espina dorsal del Eibar. Al jugar en distintas categorías, ellos saben lo que es embarrarse y dejárselo todo en el campo. Están en el sitio al que su esfuerzo y su trabajo los llevó. Ellos fueron la base del gran comienzo de campaña del conjunto vasco

Fútbol en Ipurua. Puro romanticismo
Si bien es cierto que del equipo que maravilló con su juego en la Liga Adelante durante la temporada pasada se han ido hombres clave. Yuri Berchiche, Jota Peleteiro, José Luis Morales o Urko Vera abandonaron el equipo en verano. Pero llegaron otras incorporaciones como Jaime Jiménez en portería, Abraham Minero y Dídac Vila para el carril izquierdo, Derek Boateng en el centro del campo, Saúl Berjón, Dani Nieto, Javi Lara y Manu del Moral en la línea de tres cuartos y Federico Piovaccari, Dejan Lekic y Ángel Rodríguez en la punta de ataque. De todos ellos sólo Berjón, Del Moral, Piovaccari y en las últimas jornadas el exportero del Valladolid se han ganado un sitio en el once. Alguno de los fichajes está condenado al ostracismo y apenas cuenta para un Garitano que confía, y mucho, en los hombres que lo acompañaron en todo el viaje hasta Primera.

Otra factor clave es el Estadio Municipal de Ipurua. Puro romanticismo. Campo pequeño, clásico y en el que el fango hace, en ocasiones, acto de presencia. A comienzo de temporada todo el mundo pensaba que éste sería un estadio que se le atragantaría a todo el mundo por sus especiales características. Estaba llamado a ser el fortín de la Liga. El salvoconducto para que el Eibar se mantuviera en la categoría. Por el momento, las expectativas no se están cumpliendo y el conjunto vasco sólo cosechó 12 puntos en su feudo por los 16 que lleva fuera de casa. De aquí a final de campaña tendrá que ser decisivo pues Ipurua acogerá seis encuentros de los diez que le quedan a los armeros para concluir la competición. Por lo tanto el verde eibarrés será juez del porvenir de su anfitrión.

Un comienzo ilusionante

Analizando más al detalle lo que se lleva disputado de Liga BBVA, el Eibar empezó la competición sin complejos. En su debut en la máxima categoría derrotó a su 'hermano mayor', la Real Sociedad, por 1-0 en Ipurua con un golazo de Javi Lara. El estreno soñado. Al triunfo inicial lo siguieron dos derrotas antes de doblegar al Elche en su estadio. Luego vinieron tres empates seguidos ante rivales de la talla del Villarreal o el Athletic Club. En la séptima jornada propició uno de los encuentros más entretenidos de lo que va de campeonato con su igualada a tres goles ante el Levante. El conjunto armero no estaba dispuesto a arrugarse en ningún choque. Practicaba un juego valiente, atrevido y agradable a la vista. La esencia era la misma que había desplegado en Segunda. Estaba en la élite para divertirse y dispuesto a plantar cara a todos los rivales. Muchos de estos adversarios eran nuevos compañeros de fatigas pues nunca antes se había medido a ellos. Todos los enfrentamientos eran la novedad. El Eibar se estaba convirtiendo en una de las sensaciones de Primera. Fútbol directo, sin escapar del toque y con un alto nivel de intensidad. No temían a nada ni a nadie. 

Un golazo de Javi Lara dio los tres primeros puntos en Primera
Así fueron al Camp Nou. Cayeron 3-0 ante el todopoderoso Barça pero presentaron batalla. Tras el tropiezo en campo culé, empataron contra el Granada y ganaron en Vallecas. Después perdieron en Málaga y el Real Madrid le endosó la derrota más dura de lo que va de campeonato. El conjunto merengue se impuso 0-4 en Ipurua. Para quitarse el mal sabor de boca, los armeros ganaron en Balaídos y golearon al Almería 5-2 en la que es su mayor victoria en Primera. En su recorrido quedaron apeados en dieciseisavos de Copa del Rey ante el Getafe. Un mal menor, pues el rendimiento en Liga lo compensaba con creces. Luego llegó un meritorio empate en el Sánchez Pizjuán y un pinchazo contra el Valencia. Se acercaba el ecuador del campeonato y los de Garitano lo celebraban venciendo a Espanyol y Getafe. Redondeaba la primera vuelta rescatando un punto en Córdoba.

El Eibar era el equipo milagro. Sin ningún tipo de duda la revelación del campeonato. Llegaba a la mitad de la competición en octavo lugar con 27 puntos. Unos datos que lo convertían en el mejor debutante de la historia. El conjunto con el presupuesto más pequeño de la categoría estaba dando mucho de lo que hablar. Sus grandes números se basaban en la construcción de un equipo sólido desde atrás. Garitano había montado un armazón prácticamente impenetrable. Una línea defensiva rocosa formada por Bóveda, Raúl Navas, Albentosa y Lillo. Irureta aportaba seguridad en portería. Dani García estaba incombustible en la parcela ancha. Todo el bloque iba a una y a base de trabajo y sacrificio colectivo llegaban los triunfos. El nivel de intensidad desplegado era abrumador. En todos los corrillos futbolísticos se hablaba del conjunto vasco como si de un reducto de galos haciendo frente a batallones de romanos se tratara. Los armeros estaban dejando su particular sello en su estreno en la Liga BBVA.

Tras 19 jornadas disputadas, nadie podía prever lo que vendría a continuación. Llegó el mercado de invierno y Albentosa hizo las maletas rumbo a Inglaterra para jugar en la segunda inglesa. El Derby County pagaba su claúsula de rescisión de 600 mil euros y el Eibar se quedaba compuesto y sin uno de sus pilares. La razón fue sencilla: los vascos no podían competir con el potencial de los ingleses. El propio Garitano lo admitió diciendo que ellos no podían permitirse “pagar 600 mil por un jugador”. A cambio llegaron al País Vasco, Borja Fernández, un viejo conocido de la Liga, y Rafa Páez. El joven central cedido por el Liverpool no pudo llegar a debutar porque la FIFA le denegó el pase. 

Una segunda vuelta llena de calamidades

Con la marcha del líder de la defensa empezaban los problemas. Gaizka Garitano tenía dos opciones para reemplazar a Albentosa: Borja Ekiza y Txema Añibarro. El primero está cedido por el Athletic Club y fue la primera opción. Sus desafortunadas actuaciones dieron pie a que el técnico probara con el segundo. Añibarro debutaba en Primera con el equipo de sus amores con 35 primaveras y luciendo el brazalete de capitán.

La marcha de Albentosa fracturó el armazón armero
Sin embargo, ese dilema no fue la mayor de las calamidades del Eibar. Empezó la segunda vuelta y se vio a un equipo completamente distinto. Los armeros habían perdido la frescura y la intensidad de las jornadas anteriores. Sus rivales ya conocían cómo jugaba y su fútbol ya no era una novedad. Las derrotas se empezaron a suceder una tras otra. Así hasta encadenar ocho consecutivas. Una losa enorme. Cualquier tipo de comparación con el equipo de la primera mitad del campeonato resultaba desastrosa. Los eibarreses eran un espejismo de lo que habían sido no hacía tanto. Las jugadas no salían, las piernas no respondían y lo que es peor, la pelota no entraba en el arco rival pero terminaba perforando el propio. Tras la marcha de Albentosa el equipo había entrado en barrena. Sin el central de Alcira el equipo sólo ha cosechado dos puntos de 30 posibles. O lo que es lo mismo, dos empates en las últimas diez jornadas. Además, en esos diez partidos el cuadro vasco sólo fue capaz de lograr tres goles. Para muestra de la crisis que atraviesan hay que señalar que los armeros suman nueve puntos menos en la segunda vuelta que en la primera a estas alturas.

Jorge Valdano dijo una vez que “el fútbol es un estado de ánimo”. Si esa cita tiene algo de verdad, el del Eibar en la jornada 28 es el de una depresión muy profunda. Parece que Albentosa se llevó toda la alegría que había en el vestuario. Sus sustitutos, Añibarro y Ekiza, no ofrecen las garantías exigidas y Garitano hasta llegó a probar a un lateral, Lillo, como central. El problema no es sólo la defensa, sino también la falta de gol. Tal es así que el técnico bilbaíno cambia de once y de esquema jornada sí y jornada también con la intención de revertir la situación del equipo pero sin ser capaz de dar con la tecla correcta. Uno de los damnificados por el bache del equipo fue Irureta. El portero encadenó malas actuaciones y terminó dejando su puesto en el campo a Jaime. Otro que bajó su rendimiento es Arruabarrena. El '10' pasó de ser un fijo a visitar con asiduidad el banquillo. Tampoco se libran de las críticas Saúl Berjón o Del Moral.

Pero el Eibar tiene motivos para ser optimista. A pesar de su terrible racha, los armeros mantienen a raya los puestos de descenso. Sus 28 puntos los sitúan cinco por encima de la quema que marca el Granada. Un dato que alimenta las esperanzas eibarresas. Otro apunte positivo es que los de Garitano nunca han dejado de competir en ningún choque. Cualquier equipo en su situación hubiera bajado los brazos. Sin embargo eso no está en su ADN. Lo demuestra el valioso empate cosechado en la última jornada precisamente en su visita al cuadro nazarí. Tuvieron que transcurrir nueve jornadas de la segunda vuelta para conseguir puntuar. Después de ocho derrotas consecutivas, el conjunto vasco espera que el punto sumado en tierras andaluzas sirva de inflexión para afrontar lo que queda de temporada. Una tabla a la que aferrarse para que el sueño de permanecer en el olimpo futbolístico no acabe bruscamente. 

Toda la plantilla se agarra con fuerza al último empate obtenido para volver a mirar hacia arriba. El pozo está muy cerca y confían en que ese 0-0 en la ciudad de la Alhambra sirva para revertir la dinámica negativa. Saben que no será fácil. Por el camino queda enfrentarse a rivales como el Real Madrid, el Valencia o el Sevilla. Pero antes, en la jornada 29 reciben al Rayo. El momento óptimo para regalar una victoria a su afición y alejar los fantasmas del descenso. Será la primera de las seis finales que acogerá Ipurua de aquí al final de la competición. El feudo eibarrés tendrá que hacerse fuerte si el conjunto vasco quiere permanecer en la categoría. Luego llegarán enfrentamientos clave contra rivales directos como Almería, Getafe o Córdoba. Cada uno más crucial que el anterior.

En definitiva, faltan un total de diez partidos para el término del campeonato. Diez finales en las que Garitano y los suyos necesitarán recuperar sensaciones para volver a ser el equipo rocoso y atrevido que asombró durante la primera vuelta. Son conscientes de que disputar la Liga BBVA es un premio que se merecen. Y por nada del mundo quieren que ese preciado tesoro les sea arrebatado. Por lo tanto, les toca ponerse de nuevo los ropajes de batalla e ir a la guerra con el único objetivo de permanecer en pie. La meta es disfrutar una temporada más entre los grandes. Que nadie los despierte. Ipurua y el Eibar quieren seguir soñando.

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