sábado, 15 de agosto de 2015

Athletic 4-0 Barcelona: La histórica humillación del Athletic a Goliat

Por Jon Fernández Mur (@Mur_98)

Increíble. Vamos, que no te lo puedes creer. Le sacas una foto al marcador y te frotas los ojos para asegurarte que no estás soñando. Pero es que lo que ayer sucedió en San Mamés ni siquiera se sueña. Cuando imaginas una victoria ante el mejor equipo del mundo, esta ocurre por la mínima y con mucho sufrimiento. Ayer no. Un 4-0 humillante para compensar los cuatro títulos que el Barcelona ha arrebatado al Athletic desde 2009. Un regalo para los 70.000 que invadieron la capital catalana en mayo y se volvieron convencidos de que a Messi no se le podía parar. Para todos aquellos que coloreamos Bilbao de rojiblanco. Una recompensa histórica a la persistencia de un club diferente.

Aduriz y Sabin, celebrando uno de los cuatro goles
El nuevo San Mamés vivió su primera gran noche de verdad. Porque ya habían caído Barça y Madrid, pero no de esta manera. Los afortunados que tuvimos la suerte de vivir esta gesta que será recordada por mucho, mucho tiempo, celebramos cada gol como si fuera el último. Pero siguieron llegando. El primero lo hizo Mikel San José, que recibió de ter Stegen en medio campo, controló y disparó. Inapelable, por encima del arquero alemán, cerquita de la escuadra. En el segundo, el debutante Sabin Merino hizo añicos al mejor lateral derecho del mundo, y le puso un caramelito a Aduriz. El ariete quedó suspendido en el aire, como tantas otras veces, y remató por encima de Mascherano. Magnífico. Ya no había quién parara al bueno de Aritz. El tercero, en el que centra Susaeta, Alves despeja al medio y Eraso se la cede a Aduriz. Y el cuarto, penalti claro que en directo nadie vio, salvo el equipo arbitral encargado de hacerlo. A Alves se le cruzaron los cables y el brasileño derribó a Etxeita. Y el zorro transformó, para cerrar un hat-trick que nadie conseguía hacerle al Barça desde hace diez años, cuando lo logró otro delantero de raza: un Diego Forlán que militaba en el Villarreal. El éxtasis y la locura acompañaron cada uno de los cuatro tantos.

Sobra decir que el Athletic realizó un excelente encuentro y que el Barcelona no estuvo muy fino, ya que esa es la única manera de que algo así tuviese lugar. Luis Enrique guardó algunas de sus mejores armas, pero planteó el partido con Messi, Luis Suárez, Dani Alves y Mascherano, entre otros, sobre el terreno de juego. Aun así, no está de más recordar que jugadores como Iturraspe, Mikel Rico, Muniain o Williams no pudieron ser de la partida, por lo que a bajas también ganaba el Athletic.

Desde el comienzo los leones fueron superiores, con una asfixiante presión, en la que ningún centrocampista culé tenía la más mínima opción de girarse para repartir juego. Una presión de la que ni siquiera Messi podía escapar. La primera clara llegó en el 45', cuando Iraizoz le sacó de la escuadra una falta  al astro argentino. Como las que metió el otro día en Tbilisi. Pero Gorka le dijo que no en una acción de reivindicación personal.

Tras el bocata, la sensación seguía siendo la misma, hasta que Pedro estrelló en el larguero un potente disparo tras una imprecisión en la zaga local. Un minuto más tarde, Messi volvió a tenerla, pero apareció de nuevo Iraizoz para detener el esférico. El chaparrón de juego blaugrana apenas duró dos minutos, hasta que fue sustituido por el de la lluvia. Esa lluvia, tantas veces protagonista en San Mamés, no podía faltar en una noche como la de ayer. Entró Iniesta con su correspondiente pitada, y también lo hizo Rakitic, en el desesperado intento de Luis Enrique de cambiar la dinámica del choque. Pero el Athletic siguió a lo suyo. Llegaron los quince minutos de locura colectiva en los que Aduriz se encargó de hacer historia. Y entraron más canteranos, por si los que había sobre el césped -ocho- fueran pocos. Cuanto más fuerte es la convicción de que nuestro camino es el más satisfactorio, mejor nos va. Debutó Lekue sustituyendo a un Sabin Merino que se estrenaba con la zurigorri hora y media antes, y dejó buenas sensaciones. Entró el capitán Gurpegi para aportar oficio y veteranía y bregar en las trincheras, en el cuerpo a cuerpo. Y también Eneko Bóveda, con el objetivo de ayudar a un nunca fatigado De Marcos a detener los últimos coletazos de un equipo desdibujado.

Y los 90 minutos más gloriosos del nuevo San Mamés tocaron a su fin. Desde hace 70 años no se conseguía vencer de esta manera al Barça. Setenta años. Se dice pronto. Una goleada comparable al 1-7 de Alemania a Brasil, al 4-0 del Alcorcón al Real Madrid o al 12-1 que protagonizaron estos dos mismos equipos hace ya mucho tiempo. Porque por aquel entonces competíamos en igualdad de condiciones. Hoy, por voluntad propia, lo hacemos desde la inferioridad futbolística que supone la filosofía de nuestro singular club, pero desde la superioridad moral de sentir a estos futbolistas como nuestros. De sentirnos representados. Porque elegimos ganar menos para disfrutarlo más. Mucho más. Ayer David, encarnado en el Athletic, humilló a Goliat. Le metió una paliza abrumadora. Los libros de historia futbolística recordarán esta hazaña como la noche en la que un equipo de gente de la tierra acabó con el campeón de todo, con el mejor equipo del mundo, el que forman megaestrellas que parecen inhumanas. Los humanos pudieron con ellos, a base de casta, coraje, trabajo, esfuerzo y sacrificio. Ahora toca aguantar este 4-0 en el Camp Nou. Hemos insistido, hemos persistido y nunca hemos desistido. Solo nos queda resistir para alzar un título, 31 años después.

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