lunes, 6 de octubre de 2014

River 1-1 Boca: Superclásico de waterpolo

Por Ramón Spinazzola (@ramonspin)

La lluvia del domingo en Buenos Aires fue protagonista en el  Superclásico del fútbol argentino disputado entre River y Boca en el Monumental de Nuñez.

El partido se jugó a pesar de las condiciones climáticas, la lluvia predominó tanto en la previa como en el partido y el campo de juego se vio afectado por el inmenso volumen de agua. Los charcos aparecieron durante la entrada en calor de los arqueros y se fueron agrandando con el correr de los minutos. Sin embargo el árbitro del encuentro, Mauro Vigliano, determinó que el campo de juego estaba en condiciones para jugar y los equipos salieron a la cancha. La decisión del árbitro se transformaría en la primera polémica del partido ya que en la primera jugada hubo muchos sectores del campo en donde la pelota no rodaba.


El buen fútbol tan esperado en un partido que prometía y mucho por el choque de estilos, desapareció sumergido en la lluvia. La apertura del marcador no tardaría en llegar, luego de un tiro libre la pelota quedó servida para Lisandro Magallán en el segundo palo, quien marcaría el primer gol de la tarde y así, el visitante se ponía en ventaja en un partido difícil por donde se lo mire.

A pesar de estar en desventaja, River logró hacer más claro su dominio en el partido y a base de juego aéreo y presión logró jugar el partido cerca de Agustín Orión. A la salida de un córner el local avisaba con un cabezazo que Gabriel Mercado estrellaría en el palo para hacer vibrar el Monumental.

Poco después llegaría una jugada clave. En el asedio de River, Ariel Rojas logró sacar un tiro potente con dirección al arco y, el volante central de Boca y la selección argentina, Fernando Gago, tapó el remate con una carambola entre su cabeza y su pie. Sin embargo, el gesto del referente xeneize confundió al árbitro del encuentro que cobró penal y expulsó al jugador boquense por lo que creía era último recurso. Lo cierto es que la mano no existió y por ende Boca se veía perjudicado ante el error de Vigliano.

El uruguayo Rodrigo Mora ejecutó el penal por encima del travesaño para el lamento del público local. Unos minutos más tarde, Carlos Sánchez logró desbordar por derecha y habilitar a Teófilo Gutierrez quién convertía ante los centrales xeneizes. Sin embargo, el gol no fue convalidado por una supuesta posición adelantada en el principio de la jugada. Lo cierto es que era el segundo error determinante del arbitraje en Nuñez que ya era repudiado al final del primer tiempo.

En el complemento, el campo de juego parecía mejorar pero no alcanzaba para jugar con naturalidad. El local se volcó al ataque y Marcelo Gallardo movió el banco, sacó a un defensor y puso en su lugar a un delantero: Leonel Vangioni por Lucas Boyé. A pesar del hombre menos, la defensa de Boca logró rechazar los intentos de River que empezó a aumentar sus llegadas. Y cuando parecía que el partido estaba cerrado ante la dificultad de vulnerar la defensa rival, el entrenador millonario sorprendió a todos con la entrada de Germán Pezzella por Leonardo Pisculichi. Gallardo mandó al defensor central a jugar de delantero de área y así River lo buscaba con 5 delanteros. Así, tras un largo envío de Ramiro Funes Mori, en su primera intervención, Pezzella cabeceó en el área rival y, ante el rebote de Orión, puso el partido 1-1 para el delirio de los hinchas en las tribunas.

El local siguió buscando como pudo con centros cruzados y los xeneizes lograron sacar un par de contragolpes peligrosos. Y, cuando el partido parecía volcado al área de Boca, en una intervención poco oportuna, Funes Mori le entró muy fuerte a Colazo y se ganó la tarjeta roja. En tiempo de descuento, Andrés Chávez quedó mano a mano con Barovero pero el arquero de River logró desviarla. Sobre el final, River iba a tener dos oportunidades de Boyé para ganarlo, pero el delantero erró en el último minuto un cabezazo solo frente al arco.

Así, pobre desde lo futbolístico, el clásico se dio a puro orgullo lleno de errores, tanto de los jugadores como del árbitro, en lo que fue un partido emocionante por el transcurso pero con sabor amargo por la falta de fútbol.

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