viernes, 2 de enero de 2015

Athletic 3-1 Nápoles: La primera gran noche del nuevo San Mamés

Por Jon Fernández (@Mur_98)

Minuto noventa. San Mamés salta eufórico. 16 años después, el Athletic se clasifica para la máxima competición continental de clubes. Valverde sonríe más calmado que el resto. Solo él y Aduriz han jugado ya en Champions. El resto debutarán en la Copa de Europa. Gente de la tierra y canteranos. Desde Carlos Gurpegui hasta Unai López, máximo representante de esta filosofía ahora mismo. Con la eliminatoria igualada, entró para debutar y dar una asistencia. Puro Athletic.

Unai López
Pero mucho antes, desde el comienzo del día, Bilbao entera estaba ya engalanada. Las Siete Calles repletas de camisetas del Athletic, y con la llegada de la tarde, la gente comenzó a acercarse a un estadio que estaba listo para la cita. Si con lona era espectacular, sin ella lo es aún más. Por fuera, las estrellas de la Champions. Dentro, 50.000 gargantas preparadas para animar a su equipo. A un equipo especial, diferente. Y el árbitro Cuneyt Çakir dio la orden de que comenzara la fiesta después de que el Nuevo San Mamés escuchara por primera vez el himno de la Copa de Europa.

La primera parte transcurrió de forma favorable para el cuadro bilbaino. Los de Valverde tenían el choque bastante controlado, y Laporte disfrutó de una gran oportunidad que podría haber ampliado la ventaja local. El Napoli, sabiendo que el 0-1 le valía para clasificarse, no se dedicó a atacar en un primer tiempo con pocas oportunidades, típico de las eliminatorias de Champions. Benítez es un perro viejo y sabía que con el 0-0 al descanso habrían logrado una cosa muy importante: Evitar que el Athletic aprovechará el impulso inicial de su parroquia. 

Y con ese resultado se llegó al entretiempo. El Athletic manejaba el esférico ante un conjunto italiano más replegado. Aunque, como era obvio, el guión cambió en los segundos 45 minutos. El Nápoles necesitaba un gol y salió a buscarlo. Y no tardó mucho en encontrarlo, no sin algo de suerte. Marek Hamsik encontró un balón en la frontal del área y disparó. El cuero entró tras tocar en el poste. San Mamés enmudeció durante un segundo. Y entonces, despertó. El Athletic da más cuando va por debajo en el marcador. Siempre ha sido así. Como cuando ganó la liga en Las Palmas de Gran Canaria. Y su afición también es un poco así. El estadio comenzó a rugir. A rugir como nunca, pero al mismo tiempo como siempre. Una afición que siempre está ahí y que anima cuando más lo necesita su equipo. Los chicos de Valverde se quitaron los complejos contagiados de ese ímpetu de la grada. Y comenzaron a jugar hacia delante. Entonces, las debilidades defensivas del Napoli quedaron a la vista de todos. Con un magnífico Laporte en la salida de balón y un sublime Iturraspe en la distribución del juego, a los italianos les entró el miedo. Benítez intentó ordenar a los suyos, pero no respondían. Entró Ibai por Beñat, y aportó mucho más que el hombre al que sustituyó. Y llegó el empate, como no, de corner, en una jugada ensayada en la que tras un buen bloqueo de Gurpegui, Aduriz se quedó solo en el segundo palo. Controló, fusiló y celebró. La eliminatoria estaba empatada a todo.

San Mamés siguió llevando en volandas a los suyos, y poco tiempo más tarde llegó el segundo. Monumental error de comunicación de Albiol y Rafael, y el más listo de la clase, el Zorro, Aritz Aduriz, se llevó el esférico y puso al Athletic por delante. Entró Unai López, el que está llamado a ser el sustituto de Ander Herrera, por Susaeta, y nada más ingresar al terreno de juego dio una asistencia que Aduriz, en fuera de juego, dejó pasar, para que Ibai batiera a Rafael y sentenciase el choque. Quince minutos en los que el Athletic y San Mamés se zamparon a los napolitanos.

Poco más ocurrió a partir de ahí. El cuadro local intentaba mantener el esférico mientras los italianos atacaban con más corazón que cabeza y sin crear ocasiones claras de gol. El Athletic volvía a la Champions. Era ya una realidad. Y tocaba celebrarlo. San Mamés, el Nuevo, sigue teniendo la magia del viejo. Al fin y al cabo, quizá la verdadera magia la tenga la afición. 

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