miércoles, 16 de julio de 2014

Brasil: Del cielo al infierno

Por Mikel Peñeñori (@mikel_p798)

La selección de fútbol brasileña vive días tristes hoy por hoy. Y me refiero a, literalmente, días. La canarinha soñaba hasta hace bien poco (más concretamente hasta el pasado martes) con levantar su sexta copa del mundo, pero dos goleadas en tan sólo cinco días son demasiado para una de las selecciones más potentes del planeta, y Brasil ha sido claro ejemplo de desmoronamiento repentino.

Al principio, todo era felicidad
Todo aficionado brasileño había esperado con ansia este momento desde hace meses. Llegaba el Mundial del que eran anfitriones y favoritos (con permiso de los demás combinados nacionales que aspiraban a levantar este título), contaban con una plantilla y un seleccionador que habían dado gran resultado en la anterior Copa Confederaciones, y la ilusión por levantar su sexto cetro mundial era mayor que nunca. Y, de hecho, todo comenzó muy bien. Eran muchos los que temían por no empezar con buen pie el camino en el partido contra Croacia, que era a priori el rival más fuerte del grupo, pero Brasil salió fuerte, y aunque un gol en propia meta de Marcelo en los primeros minutos hizo que nubes de dudas apareciesen por un momento sobre el combinado dirigido por Scolari, los locales supieron mantener la cabeza fría y le dieron la vuelta al marcador. Dos goles de Neymar (uno de ellos de penalti) y la puntita impuesta por Óscar les valieron a los brasileños para sumar sus tres primeros puntos del campeonato. Cierto es que no pudieron sumar más que un empate a cero ante una México que plantó mucha cara, pero el gran culpable de ello lo tuvieron en el otro equipo, ya que Guillermo Ochoa firmo, probablemente, su actuación más brillante del torneo con palomitas y paradas imposibles que hicieron que muchos brasileños acabasen desquiciados. Por ello, Brasil llegaba con ciertas dudas a su tercer partido, que le enfrentaba a Camerún. Sin embargo, los de Felipao Scolari se marcaron un partidazo mayúsculo, y doblegaron a los leones (debemos añadir inofensivos) con un 4-1. De nuevo Neymar por doble partida, un reaparecido Fred y Fernandinho reafirmaron fuertemente la candidatura de Brasil a ganar el Mundial.

De esta manera, Brasil de plantaba en octavos como primera de grupo, y imponiendo mucho. No obstante, su rival tampoco era el más deseable. Chile se las había apañado para, junto a Holanda, clasificarse para octavos dejando fuera a la vigente campeona, España. Una vez más, Brasil salió bien plantada al campo y consiguió marcar su primer gol (David Luiz a la salida de un córner) a los 18 minutos de encuentro. Pero Chile, como era de esperar no se vino para nada abajo, y la verdadera roja logró el gol del empate a la media hora de partido por medio del barcelonista Alexis Sánchez. El resto del partido transcurrió con un mayor dominio de la canarinha, que según las estadísticas dipuso del triple de oportunidades que sus rivales. Pero los goles no llegaron en los noventa minutos reglamentarios, y tampoco lo hicieron en la prórroga, donde el delantero chileno Pinilla tuvo la oportunidad de dejar a Brasil fuera en un disparo que se estrelló en el travesaño de la portería defendida por Julio César y que enmudeció a todo el estadio. El partido, por lo tanto, se decidió desde los once metros donde Brasil, bien por mayor entrenamiento, experiencia o simplemente porque supo mantener la cabeza más fría, de llevó la victoria por 3-2. Brasil seguía soñando, y esta vez lo hacían un poco más cerca de su objetivo. Así pues, el escollo a salvar en cuartos para Brasil fue la Colombia liderada por James Rodríguez. Y ese fue, el partido de los centrales. Thiago Silva remató en el segundo palo al fondo de la red un córner en el minuto siete, que ponía de nuevo a Brasil por delante pronto. Brasil tuvo bien atado el partido hasta bien avanzada la segunda parte, gracias en gran parte a su gran actuación defensiva, y fue entonces cuando el otro central, David Luiz anotó de alta directa uno que es, sin duda, uno de los golazos de este Mundial. Una parábola perfecta que se introdujo por la escuadra de la meta de Ospina, que no pudo hacer mucho más que contemplar la obra de arte. Ahí fue, paradójicamente cuando las cosas se empezaron a torcer. Thiago Silva vio una cartulina amarilla que le impediría a posteriori jugar la semifinal, Julio César realizó un penalti sobre Bacca que James convertiría en el 2-1 definitivo, no sin el sufrimiento de muchos brasileños; y finalmente Neymar sufrió la lesión que varias horas después se sabría que le iba a imposibilitar jugar en lo que restaba de Mundial. Podríamos decir que en ese momento entró el combinado de Brasil en el infierno, aunque ello todavía no lo sabían.

De la alegría se pasó a la incredulidad
Y no lo sabían porque veían que estaban en semis, a un solo paso de jugar la final en Maracaná. Su último rival antes de Rio de Janeiro debía ser Alemania, para la mayoría la otra gran favorita. No obstante, las bajas de Neymar y Thiago Silva jugaban muy en contra de la canarinha. Sin su capitán ni su estrella Scolari debía tratar de buscar un estilo de juego similar al anterior pero sin una referencia clara como lo había sido Neymar. Se decidió por la opción más obvia en defensa alineando a Dante, pero decidió mantener el estilo de Neymar en el centro del campo alineando a un jugador rápido y habilidoso con el balón como es Bernard en lugar de optar por la pausa y el toque que podían haber ofrecido Hernanes y Paulinho. Además siguió apostando por Maicon en el lateral derecho. Pues por el resultado podríamos decir que todo lo hizo mal. Pero vayamos por partes. Brasil salió mal desde el principio, no había rastro del jogo bonito, ni de la samba, ni mucho menos de los hombres de arriba. Y fue en el minuto once y en un córner, que venía siendo uno de los puntos fuertes de Brasil en este Mundial, cuando los germanos marcaron el uno a cero. Un fallo de marcaje por parte de David Luiz que dejo que Müller rematara sólo en el punto de penalti. Pero bueno, se podría decir que un gol alemán entraba dentro del guión previsto. Pues no parecía ser así para los brasileños, que se vinieron todavía más abajo. Y en esta situación llegamos a los minutos claves del encuentro, que a diferencia de en otros muchos partidos no fueron lo finales, ni mucho menos, sino los que van desde el 22 hasta el 30, en los que pudimos ver cuatro goles más del conjunto dirigido por Löw. Klose culminó una buena jugada colectiva ante la pasividad de los centrales brasileños, Kroos libre de marca en la frontal del área mandó su disparo a la red introduciéndolo junto a la cepa del poste, segundos más tarde de nuevo fue Kroos el que marcó a puerta vacía tras un pase de Khedira que se había aprovechado de un despiste de los zagueros brasileños para robarles el balón muy cerca de su área, y apenas tres minutos después sería Khedira el que marcaría a pase de Özil. Cuatro goles en ocho minutos, un varapalo durísimo para el combinado brasileño y sus aficionados, que no sabían si la pesadilla era real o si se trataba de una broma. El mundo entero estaba perplejo: minuto 30, Brasil 0-5 Alemania, lo nunca visto y lo que probablemente nunca más volveremos a ver. Pero además, parecía que podían seguir cayendo goles; y así hubiese sido, probablemente, si la Mannschaft no hubiera hecho gala de deportividad llevándose su línea de presión algo más atrás y durmiendo el partido en lugar de atacar. Se llegó al descanso, y quien sabe lo que Felipao les dijo a sus jugadores durante esos quince minutos, o tal vez prefirió mantener el silencio que casi seguro estaba presente en el vestuario, con intención de no hurgar más en la herida que escocía, y mucho. La segunda parte comenzó, y los minutos pasaron tranquilos mientras Brasil intentaba desesperadamente hacer del resultado algo menos humillante, mientras muchos de los espectadores todavía seguíamos mirando al marcador sin creernos lo que reflejaba. En ese tono avanzó el encuentro hasta que Löw dio entrada a Schurrle, que entró con muchas ganas y anotó dos goles (el segundo de bella factura) más para los germanos aprovechando las pocas ganas que le echaban ya los defensas brasileños, a los que ya les daba igual 5 que 6 que 7 que 8 o que 9. Brasil era un muñeco de trapo en manos de la bestia alemana, ademas del hazmerreir de medio mundo, y los jugadores y su seleccionador fueron posiblemente los primeros en darse cuenta de ello. Intentaban no mirar a su público, que sentía la misma vergüenza ajena. Óscar con un buen gol a la contra consiguió que por lo menos Brasil no se fuera de vacío,  pero ningún intento de consolación (ni el de los compañeros,  ni el de los rivales) sería util cuando el colegiado señaló el final de un partido para la historia que todos tardaremos mucho en olvidar, especialmente los de la canarinha.

Al final, Brasil acabó llorando
Los siguientes días fueron duros para Brasil entero. El recuerdo de haberse quedado fuera de "su" final habiendo recibido tal goleada era demasiado reciente, las críticas recibidas eran duras, y el hecho de que su máximo rival Argentina se hubiera clasificado para la final no ayudaba en absoluto.  Pero la realidad era que todavía tenian un partido por jugar en el que podian pagar los platos rotos con Holanda. Sin embargo nadie en la seleçao parecía estar por la labor de hacer un buen papel en el último partido para intentar borrar la mala imagen ofrecida en el anterior. Y es por ello que fue Brasil la que pagó los platos rotos holandeses. Holanda si salió a pelear por el partido,  y asi lo demuestra el tres a cero final. Aunque lo cierto es que los fallos arbitrales perjudicaron a la canarinha en favor de la oranje. Los de Van Gaal marcaron un gol mediante un penalti inexistente -aunque a Thiago Silva le perdonaron la roja en el minuto tres-, y otro tras un ligero fuera de juego, pero a pesar de ello es cierto que fueron mejores. Ninguno de los dos se reservó a los titulares, pero Brasil no alineó las ganas de ganar. Brasil no atacaba, como bien demuestran los cientos de memes que rondan por la redes sociales en los que se ve al portero holandés Cillessen sentado y apoyado en el poste de su portería. El mediocampo de Brasil no carburó, y una vez más el partido de Jo y Fred fue nulo. Los goles de Van Persie y Blind hundieron a una Brasil irreconocible que se pasó el resto del partido a remolque. Finalmente, el gol de Wijnaldum en el último minuto de encuentro fue la puntita final que le  faltaba a la seleçao de Felipao, que fue abuchaeada por su propia afición al término del choque.

A Brasil le va a costar mucho reponerse de este duro golpe, pero deben hacerlo si quieren llegar en condiciones a la Copa de América del año que viene. Además, las consecuencias no se han hecho esperar: Felipao Scolari ha confirmado que no seguirá al cargo de la canarinha, donde tampoco veremos más a Fred, que anunció hace un par de días su retirada de la selección. Brasil pasó del cielo al infiermo casi sin darse cuenta,  y desde aquí les mandamos nuestro apoyo porque siguen siendo la selección más laureada de la historia,  y el mundo del fútbol les necesita. Además, siempre les quedará el consuelo de que Argentina no ganó el Mundial en Maracaná.

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