martes, 3 de febrero de 2015

No mires su nombre

Mensaje a todos los que eligen, han elegido o elegirán:

“No mires su nombre. ¿Por qué lo haces?¿Qué más da cuál sea? Solo es un capricho de sus padres. Ni siquiera nosotros lo hemos elegido. ¿Por qué es relevante entonces?¿Por qué elegir a este y no a este otro? ¿Por qué se llama de esta forma y no de esta otra? Sí. Es por eso. Reconócelo. Ya es hora. Todos lo sabemos. Eliges a unos porque tienen nombre, identidad y reconocimiento. Pero, que sepas, que con esos actos frenas a otros. Es más, les frustras. Frustras sus carreras. Sus progresos. Reduces sus objetivos y sus metas. Les haces sentir un don nadie. ¿Qué tu no lo haces? Pues otros sí.

Explícame entonces estos casos. El de Miguel Rivera. El de Merino. ¿A qué no te suenan mucho? Claro, porque les han frenado. En su lugar han metido a nombres. Amigo, son entrenadores. Del Almería el primero. Del Betis el segundo. Y, ¿sabes qué? Miraron nombres. Pero no los suyos. No. Esos no. Los de otros. El de los que les han sustituido. Si, el de Juan Ignacio Martínez, el de Pepe Mel. Es más, a uno le llaman JIM y al otro Mel. Se toman la libertad de resumir un nombre, una familia, una tradición, en tres letras. Se toman la libertad de hacer lo que les da la gana.

No mires su nombre. Quizás sean mejor que ellos. O igual. O peor. Al fin y al cabo, ¿quién sabe? No les han dado la oportunidad de demostrar nada. A Rivera se le permitió dirigir solo un partido. Como lo lees. Uno. Y encima contra el Real Madrid. ¿A ver si gana? Eso se preguntaban. Pero ¿cómo va a ganar?¿Cómo te concentras teniendo a tu sucesor en la grada?¿Así se demuestra confianza?¿Por qué el sucesor no ha venido antes? Porque te pedía más dinero ¿verdad? Claro, es más fácil tomarle a él. De marioneta. A dar la cara. Para luego qué. Olvidarle. Eso has hecho. Tú y todos los que le pedíais que ganara. Pero ¿sabes qué? Debe estar orgulloso. Su equipo corrió. Luchó. Peleó. Y perdió. Si, está orgulloso por perder. Porque no fue de cualquier forma. Fue jugando. En el campo. Donde se libran las batallas. no en despachos con aire acondicionado y calefacción. Ahí no. Ahí se eligen nombres.

No mires su nombre. No, no lo hagas con Merino. ¿Qué más da? Nadie se acuerda de él. ¿Para qué? Sólo consiguió cuatro victorias en cuatro partidos. Eso lo hace cualquiera. Lo hace Pepe Mel. Seguro. Bueno, este fin de semana no. Empató. Pero ¿y qué? Tiene nombre. Y, solamente por eso, hay que darle una oportunidad. Y otra. Y otra si hace falta. ¿Por qué pensar en gente del filial? Esos no son conocidos. No tienen nombre. Y, por lo tanto, no importan. ¿A quién le interesa Pep Guardiola? ¿Y Manolo Jiménez? A nadie ¿no? ¿O estos sí? A claro, estos ya tienen nombre.

Pep Guardiola. ¿Es necesario decir algo más? Su nombre lo dice todo. Vaya, otra vez el dichoso nombre. Un nombre que es sinónimo de El Mejor Entrenador Español de Todos los Tiempos. Y ¿sabes qué? Venía del filial. Manolo Jiménez. ¿Este necesita aclaración? Quizás un poco más ¿verdad? Claro, su nombre no es tan escuchado. Pero este señor estuvo siete años en el filial del Sevilla. Dejó al equipo absoluto en 3ª posición en la 2008/2009. Y fue destituido en 2010. El Sevilla 5º. ¿Mala posición? Que va. A dos puntos de Champions. Pero su entrenador no tenía nombre. Y eso vale. Y mucho.

No mires su nombre. Esta vez lo hicieron otros. Los del Tribunal Administrativo del Deporte. Los que anularon la sanción de la Federación. Te preguntarás ¿a quién?. A un nombre. Zinedine Zidane. ¿Te suena verdad? Pues como a tí, a otros muchos. La diferencia es que los otros tienen poder. Y con él indultan. Y si indultan permiten. Y permiten que entrene sin titulación. A tí o a mí, no. Porque no tenemos nombre. Pero claro, hablamos de Zidane. ¿Qué más da entonces? Tú, sácate el título. Pelea por un puesto. Paga un dineral. Que vendrá un nombre y lo tendrá más fácil. Se lo regalarán. Le abrirán las puertas. Y le permitirán entrenar. 

No mires su nombre. Espero que cada vez lo hagan menos. Pero quizás estemos perdiendo el tiempo. Yo escribiendo. Tú leyendo. Salgamos ahí fuera. Y, aunque nos cueste, adaptémonos a la realidad. Demos a conocer nuestro nombre. Y, entonces sí. Que miren nuestro nombre.”


Aitor Sánchez-Rey Larrea

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