martes, 28 de julio de 2015

Reflexiones Nocturnas (XXIII): ¿Qué es el Tour?

Por Jon Fernández (@Mur_98)

El Tour es el verano. Es el sentarse -más bien tumbarse, depende del número de personas que vayan a ocuparlo- en el sofá después de comer. El descanso merecido tras un año de trabajo, viendo a los bravos ciclistas sufrir, por paradójico que pueda parecer.

El Tour es Perico llegando tarde en Luxemburgo, y el familiar de turno que te lo recuerda cada vez que un comentario suyo le sienta mal. "Anda que tú, que perdiste el Tour por llegar tarde..." y frases de esa índole. También es la avería de Schleck que Contador aprovechó para atacar, o las caídas multitudinarias que acaban con un par de ciclistas en el hospital. La abuela que dice pobrecillos o la madre que se asusta en los descensos. Los sprints ganados por Cavendish. La caída de Beloki en el mejor momento de su carrera, cuando más difícil se lo ponía a aquel americano. El Tour es el fútbol del verano. Sabes que si bajas al bar, allí estarán Carlos de Andrés y Perico pasando la tarde. La tele del chiringuito de playas y piscinas, a la que nadie hace caso durante el día, excepto a las cinco de la tarde.

Él también es el Tour, no se me ha olvidado.
El Tour es saber venderse bien, como la NBA. También es el amor por una carrera que demostró Voeckler en 2011, corriendo por encima de sus posibilidades. Los agricultores, que parecen pelear por un premio y ocupan las tierras colindantes a la carretera -que son las suyas- para mostrarse al mundo entero. Las fiestas de la vendimia que anuncian. El maillot de puntos rojo, vistoso donde los haya. La curva de los holandeses en Alpe d´Huez o las camisetas naranjas que invadían los Pirineos. Los segundos puestos de Peter Sagan, que van para leyenda también, como la cantidad de maillots verdes que puede llegar a acumular durante su carrera. Los bajitos colombianos, que tan bien van para arriba. Y lo bien que baja Samuel Sánchez.

El Tour es Carlos Sastre en Alpe d´Huez -segunda vez que aparece el mítico puerto- y, desde este año, Chris Froome en La Planche des Belles Filles. Padres y abuelos recordándote batallas del pasado. El Tour son los imbéciles que molestan a los ciclistas y los millares de aficionados ejemplares formando un pasillo humano que acaba en la cima del Tourmalet. También es el calor del julio francés, bendito para unos y maldito para otros. Y, por supuesto, el amarillo del líder. 

El Tour ya ha acabado. La primera parte del verano se la ha llevado con él. Ganó Froome, Quintana demostró que es el futuro y Valverde logró, en sus propias palabras, "lo que llevaba buscando toda la vida". La tercera plaza del podio. Pinot y Bardet se hicieron con una etapa cada uno, Greipel abusó y se llevó 4, Vuillermoz alzó los brazos en Bretaña y Rohan Dennis se vistió de amarillo en Utrecht. Purito por partida doble y Rubén Plaza fueron los representantes españoles a la hora de ganar, mientras que Tony Martin se exhibió en la cuarta etapa con la bici de un compañero para caerse dos días después. Peor fue la caída del tercer día, en la que la carrera fue neutralizada porque se habían quedado sin ambulancias. Nibali, tras un mal inicio, ganó en La Toussuire. Stybar, Geschke, Van Avermaet y Majka también tuvieron su día de gloria, y, por último, Cummings logró la primera victoria de un equipo sudafricano, precisamente, en el día de Nelson Mandela. El Tour es todo esto y más. Desde Anquetil a Indurain, pasando por el caníbal Merckx. Este año fue para Froome. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que nos lo hemos pasado genial, y que volverá el año que viene para acompañarnos en esta magnífica época. 

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